Gerardo Diego, en su libro Manual de espuma (1924) escribió unos versos tal que así:
Ayer …………………….. Mañana
Los días niños cantan en mi ventana
Las casas son todas de papel
y van y vienen las golondrinas
doblando y desdoblando esquinas
Varios años más tarde en una reedición apareció así:
Ayer …………………….. Mañana
Los días niños cantan en mi ventana
Las casas son todas de papel
y van y viven las golondrinas
doblando y desdoblando esquinas
El avispado lector (me moría de ganas de escribir esto) habrá observado que en el cuarto verso hay un cambio. Seguramente se trata de una errata. Pero no de una errata cualquiera, sino posiblemente una errata «indultada». Al parecer, el corrector de las pruebas de imprenta fue el propio autor.
Muchos años después, en 1980, dio un discurso titulado De la errata, la poesía y otras zarandajas en el que elogiaba el poder creativo de la errata. No son pocos los lectores (me incluyo), estudiosos y críticos que prefieren la segunda versión del poema que he citado. Parece seguro que Gerardo Diego también lo vio así.
Lo que me interesa destacar de esta anécdota no es tanto el aprovechamiento del accidente (interesante tema del que se puede encontrar mucho material escrito, tanto en ciencia como en artes), como poner el acento en la actitud del lector que, inadvertido de estar ante un material accidentalmente vacío de propósito, reacciona seguramente de forma igual que ante un material verdadero, esto es, perfeccionando la obra y dotándola de sentido. Naturalmente, no siempre sucede para bien, ya que queda bajo la «responsabilidad» del azar el generar un accidente «bien traído».
Pero la errata, el accidente, puede también no venir de fábrica. Podemos generarlo nosotros, los que leemos, quizá por una mancha en una página o por un leer sin gafas, de modo que nuestra interpretación sale por la tangente recibiendo de tanto en tanto un premio inesperado. A veces, esto pasa simplemente por leer en un idioma que no conocemos del todo bien. Si no entendemos todo, somos incapaces de no apostar por dar un sentido a la cosa. Lo imaginamos, creyendo intuirlo.
Y quien dice leer, dice escuchar. Kurt Cobain, en su canción Come as you are, escribió estas líneas, dirigidas a la «memoria»:
Come as you are, as you were
As I want you to be
As a friend, as a friend
As an old enemy
(…)
Memory, memory
Memory, memory
(…)
And I swear that I don’t have a gun
No I don’t have a gun
No I don’t have a gunMemory, memory
Memory, memory
(…)
En la versión que de esta canción grabó Caetano Veloso, la pronunciación de ese memory, suena como si en español fuera un me moría.
Más tarde Kurt Cobain acabaría por encontrar el arma que, según la letra, aún no tenía entonces. Kurt, se moría (se suicidó con arma de fuego apenas tres años después de escribir esta canción).
Y ya, cada vez que oigo esta canción, le oigo decir que se moría, indultando mi errata.
Les dejo un buen audio de la versión que oí:
Y un video en directo:
‘Las erratas mejoran mis textos’, decía también Borges, que hasta aceptaba con humor que debería haberse llamado, como aseguraba una de ellas, ‘José Luis Borges’ (‘lo de Jorge Luis es una complicación innecesaria’).
Las erratas mejoran las obras de los inteligentes, mientras que los necios persisten en el error. Cuando nos gustan apenas las podemos distinguir de las que llamamos musas. En todo caso conviene estar atentos por si aparecen vestidas de uno u otro modo.
Le gustará saber amigo Al (aunque seguro que ya lo sabe), que la célebre frase de 4 notas que toca David Gilmour en la introducción de Shine on you crazy diamond (justo aquí; min. 2:56) fue inicialmente una errata (un dedo cambiado de sitio en el arpegio de un acorde) que fue rápidamente «indultada» por el atento oído de Roger Waters. Al menos así lo suele contar el propio D. G.
Pues la BBC nos informa de que Charlie, el hijo de David Gilmour, fue condenado por vandalismo después de arrojar un cubo de basura al paso de la comitiva del príncipe de Gales, su tocayo Charlie ¿será errata? Lo enternecedor es que siendo el joven estudiante en Cambridge o algo le suspendieron la condena hasta después de acabar los exámenes.
Por lo demás la solución es evidente, la primera versión del poema era de Gerardo y la segunda de Diego. Yo sigo pensando que lo de Urzass con dos eses es errata ¿nor?
Lo de las dos eses no es exactamente una errata, pero sí hay algo de reo indultado en ellas. No sigo las andanzas de los vástagos de la saga Floyd’s, de hecho ni a ellos mismos desde aquel agotador The Wall que tiene momentos de excesivo patetismo según mi opinión. De todos modos las causas republicanas (acaso esa que cuenta lo sea) me son más bien simpáticas.
Y, efectivamente estimado Doc, el premio es suyo: donde Gerardo quiso decir digo dijo Diego.
Menos mal que lo has explicado pues o estoy más cegato de lo que creo o no encuentro la errata por ningún sitio. Por lo demás, impecable.
Con permiso incluyo un pequeño homenaje al difunto Kubain:
http://superehore.blogspot.com/2011/04/sabes-que-tienes-razon.html
Rest in peace!
p.d. no conocía el detalle de la errata pinkfloydiana. Bendito Waters.
Sergio, me alegro de su visita. La errata está en un viven por un vienen. Y la suya también es buena ¡mire que confundir al amargado Waters con el bendito Gilmour!