Tenemos la costumbre de pensar con palabras y casi la imposibilidad de hacerlo de otra manera. A pesar de su rica polisemia, en la práctica las usamos en hormas muy estrechas. Cuando sacamos las palabras de ahí, enseguida surge el chiste. Un homicidio sería matar a un hombre, pero si es suizo sería un suicidio, por ejemplo.
Lo que es difícil es ascender este recurso a un nivel poético. Puede seguir siendo divertido, faltaría más, pero hay algo se añade. Es ése algo que tiene la poesía que nos hace más conscientes y más listos.
A quien se le da bien este recurso poético es a Jesús Lizano, un poeta que parece él mismo haber salido de la pluma de Cervantes (o, mejor, de la picha de Quijano).
Yo no creía que ser una persona recta (como en el «I’m straight» que cantaba Jonathan Richman) fuera otra cosa que algo positivo, hasta que vi a Lizano diciendo este poema que viene a continuación.
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Mi deseo para este año que empieza es encontrar en mi camino más personas curvas que personas rectas.
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Las personas curvas (Jesús Lizano)
Mi madre decía: a mí me gustan las personas rectas
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A mí me gustan las personas curvas,
las ideas curvas,
los caminos curvos,
porque el mundo es curvo
y la tierra es curva
y el movimiento es curvo;
y me gustan las curvas
y los pechos curvos
y los culos curvos,
los sentimientos curvos;
la ebriedad: es curva;
las palabras curvas:
el amor es curvo;
¡el vientre es curvo!;
lo diverso es curvo.
A mí me gustan los mundos curvos;
el mar es curvo,
la risa es curva,
la alegría es curva,
el dolor es curvo;
las uvas: curvas;
las naranjas: curvas;
los labios: curvos;
y los sueños; curvos;
los paraísos, curvos
(no hay otros paraísos);
a mí me gusta la anarquía curva.
El día es curvo
y la noche es curva;
¡la aventura es curva!
Y no me gustan las personas rectas,
el mundo recto,
las ideas rectas;
a mí me gustan las manos curvas,
los poemas curvos,
las horas curvas:
¡contemplar es curvo!;
(en las que puedes contemplar las curvas
y conocer la tierra);
los instrumentos curvos,
no los cuchillos, no las leyes:
no me gustan las leyes porque son rectas,
no me gustan las cosas rectas;
los suspiros: curvos;
los besos: curvos;
las caricias: curvas.
Y la paciencia es curva.
El pan es curvo
y la metralla recta.
No me gustan las cosas rectas
ni la línea recta:
se pierden
todas las líneas rectas;
no me gusta la muerte porque es recta,
es la cosa más recta, lo escondido
detrás de las cosas rectas;
ni los maestros rectos
ni las maestras rectas:
a mí me gustan los maestros curvos,
las maestras curvas.
No los dioses rectos:
¡libérennos los dioses curvos de los dioses rectos!
El baño es curvo,
la verdad es curva,
yo no resisto las verdades rectas.
Vivir es curvo,
la poesía es curva,
el corazón es curvo.
A mí me gustan las personas curvas
y huyo, es la peste, de las personas rectas.
En Punto y aparte dice Italo Calvino: «El ruidoso momento que estamos atravesando abre una época ideal para hablar y publicar lo menos posible y para tratar de comprender mejor cómo están hechas las cosas.» Estamos sofocados por las palabras sin sentido. La palabra se ha convertido también en la ausencia del ser humano, como las historias que se cuentan de nosotros. Una palabra justifica en si a la misma palabra, pero cuando la queremos adosar al ser se abre un abanico de infinitos matices. Juntamos palabras en pronombre personal, un adverbio, un verbo, un adjetivo, y, por más que lo intentemos, por más que nos esforcemos, siempre acabamos encontrándonos en el lado de fuera de los sentimientos que ingenuamente queríamos describir. «Hasta las palabras nos abandonan.» Samuel Beckett. «Un escritor nunca llega a escribir lo que quiere escribir.» Julio Cortázar. Es decir, eso que termina por decirse y acaba siempre por debajo de la voz interior.
Respecto a las curvas,ya te comentaré en otro momento,amigo.
Que tengas un buen año,con mis mejores deseos.
Un fuerte abrazo.
Francisco, parece que esas citas indican que los escritores, los que no piensan con palabras, fracasan cuando las usan (en la forma en que fracasaba Miguel Angel cuando no conseguía que su Moisés de mármol hablara). Y es que a lo mejor pensar de verdad es pensar sin palabras. (No recuerdo quién decía que pensar verdaderamente era pensar «en contra». Algo de esto me ha quedado en el nombre del blog).
Pero creo que con los poetas puede que sea diferente. Al menos con los que no usan las palabras como herramienta sino como cosa en sí. José Hierro lo dice sin querer «Yo te hablaría lo mismo que hablaría, / si yo fuese su dueño / mi verso (…)»
Un abrazo, y mis mejores deseos también para tí, por supuesto.
Hola Alejo, gracias por tu sonrisa en el blog de don Pseudo.
Una amiga virtual norteamericana del norte (Portland, Oregón) me decía que straight para ella significa heterosexual (categoría que ya requiere un término pues va siendo minoritaria) ¿qué pasaría si en español dijéramos recto o correcto para hetero?
Bienvenido Dr.J, preferiría no usar caritas, pero ayudan a parecer deportivo con la retórica mínima. Y acabo de ver que me quedó medio feo por culpa de un «?» de más.
No es de extrañar que ese «recto» que es «straight» cargue con esa acepción en un país tan dado a la falsa moral como es aquél. Lo cual resulta muy WASP, porque habiendo tanto hispano allá, sería más propio, lo del «recto», para la opción sexual contraria a los del «straight», anatómicamente, claro está.
Pero sin estar del todo exento de puritanismo, el uso que Richmann da a su «I’m straight» no era éste. El protagonista de la canción (el propio Richmann normalmente) quiere decirle a la chica que le gusta que deje de salir con ese tal «Hippie Johnny» que está siempre emporrado y nunca se comporta «straight». Sin embargo él sí es «straight» y quiere tomar su lugar, salir con la chica. Lo merece por ser «straight» y nunca estar emporrado. Es el bueno de Richmann en sus comienzos, intentando un sonido garage y romántico a la vez. Conociendo su carrera posterior es difícil atribuir otro significado aquí a «straight» que ser un chico recto, un buen chico, el que quisieras para novio de tu hija y no el drogata de Hippie Johnny. Y el discurso era valiente en 1972.
Es cierto que hay palabras que usamos de forma cómplice con juicios morales. Sin ir muy lejos, cerca de «straight» está «right», y en español «lo derecho», como lo «correcto». Los «derechos humanos» (human rights), etc. Claramente esto es porque la mayoría somos diestros. Los zurdos nacen desgraciadamente con la conciencia ya culpable de ser siniestros. Políticamente se repite el esquema, los de derechas suelen juzgar el comportamiento moral de los de izquierdas mientras que éstos juzgan el comportamiento ético de aquéllos.